miércoles, 17 de julio de 2013

Ángel Gallardo, Director del Museo de Ciencias Naturales. Parte II. Las investigaciones que fomentó Ángel Gallardo en el Museo según M. Doello Jurado (1936).

Hugo P. Castello, 2013.  MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

“El Dr. Gallardo prestó su apoyo decidido y su ilustrado consejo a esta nueva sección., escribió después Doello Jurado, y promovió la realización de los primeros viajes de estudio y recolección de nuestra fauna marina en las costas bonaerenses y patagónicas, con la eficaz cooperación, en muchos casos, de barcos de la Armada Nacional.” (3).

Ingeniero y D . en Ciencias Naturales Ángel Gallardo (Rev. Mundo Argentino, 1915)
“Por su estrecha vinculación, durante su permanecía en Europa, con Alfred Girad, Ives Delage y otros zoólogos eminentes, Gallardo fue, entre nosotros, un entusiasta de los modernos estudios de biología marina, y mucho se interesó, aunque sin  llegar a resultados positivos, para que nuestro país enviase jóvenes becados a perfeccionarse en aquellos estudios en Europa, así como auspició en diversas formas la fundación de una estación o laboratorio en nuestra costa atlántica para la realización de los mismos trabajo; pero desgraciadamente no tuvo el apoyo, o la comprensión, de parte de las autoridades, instituciones o personas que podían haber prestado una cooperación efectiva para tan útil empresa.”.

A propósito del ensanche del viejo Museo de Alsina y Perú, gracias a la habilitación de varias casas frente a la plazoleta de Montserrat, inaugurado en vísperas del centenario de 1816, escribió el mismo doctor Gallardo estas líneas:
“No era decoroso que llegase nuevamente una fecha gloriosa y el museo permaneciera cerrado como sucedió en 1910, con gran contrariedad del maestro Ameghino, quien bajó a la tumba, como el mismo anunció, sin  haber tenido la satisfacción de ver en principios de realización lo que había sido la aspiración de los últimos diez años de su vida.”.
Se refirió luego a los locales provisorios de la plazoleta Montserrat y añadió:
“Este desahogo en el abarrotamiento del antiguo local de Perú y Alsina ha permitido ordenar mejor los objetos almacenados en sus vidrieras y abrir paso en las galerías antes obstruidas por cajones y esqueletos. <Así podrá tener acceso el público al museo y éste volverá a prestar, aunque en forma deficiente y precaria, el servicio de ilustración popular que es la razón misma de la existencia de esta clase de establecimientos.
“Con todo siendo defectuosa, esta solución provisional hará que los visitantes del Centenario no encuentren las puertas de la mas antigua institución científica del país cruzadas con el cartel “Cerrado por cambio de local”, que se prestaba a comentarios risueños después de nueve años de inalcanzable andanza. Pero no debe por esto abandonarse el proyecto de dotar al museo del edificio que necesita para llenar ampliamente sus fines.
“Mientras otras reparticiones públicas ocupan palacios y disponen de lujosos presupuestos, el museo aguarda siempre inútilmente el hada y el príncipe q1ue lo han de sacar de su miseria.
“Desde la oscuridad de sus claustros coloniales ha visto transformarse en gran sudad a la gran aldea que fue fundado por un estadista clarividente, sin llegaran nunca hasta él las corrientes de riqueza que han metamorfoseado al país.

En medio de su pobreza la conseguido publicar 28 tomos de trabajos científicos que hacen conocer el nombre argentino en el extranjero por algo mas que por las lanas, el trigo, las carnes y el tango”.
El Dr. Ángel Gallardo escribiendo con un hueso y un cráneo adaptado como tintero. Caricatura del humorista José Olivella, Revista “PBT “(10/4/1915).

“Bajo su dirección, se realizó en 1914, por disposición especial del ministro Ibarguren , una importante expedición arqueológica a la provincia de  La Rioja, a cargo del competente investigador Eric Boman, quien mas tarde fue nombrado encargado de las colecciones arqueológicas. Con lo que se agregó al museo otra sección importante, que hasta entonces había tenido solamente personal honorario.
También consagró la debida atención a la sección numismática de la cual dio cargo efectivo, como supernumerario, al reconocido especialista don Aníbal Cardoso, quien desempeñaba esas funciones Ad honorem, y comenzó la impresión del nuevo Catálogo.
Dedicó particular interés a la Sección Paleontología, tanto en Vertebrados como en Invertebrado, entre estos últimos, debe destacarse la adquisición por parte del museo de la valiosa colección que fue del Doctor Herman von Ihering, de moluscos fósiles cenozoicos y en parte del cretáceo superior de la Argentina. Se empeñó también en la proyectada adquisición de las colecciones de Ameghino, que, como se sabe, ella no se efectuó hasta varios años después (1928-1932)
Ángel Gallardo en 1926, (tomado de Furlong, 1964.)

“Inició, en colaboración con el Museo de la Universidad de La Plata, las primeras investigaciones sistemáticas sobre la existencia del hombre fósil en las barrancas de Chapadmalal y Miramar, interesante  debatida cuestión sobre la cual se ha continuado trabajando después, desde diversos lados, sin que se haya llegado aún a una conclusión definitiva.
Aunque Gallardo no se había dedicado de modo especial a estas investigaciones, legó a interesarse personalmente en aquel problema, y en una de sus conferencias presentó al público, con adecuados comentarios, aquella notable pieza, motivo de tantas discusiones: el fémur de un Toxodon, procedente del piso del chapadmalense de Miramar, que lleva incrustada una punta de flecha (o lanza), haciendo resaltar el hecho de que ese hallazgo demostraba la contemporaneidad del hombre con aquellos extinguidos ungulados y , por lo tanto, la gran antigüedad geológica del género humano en esta parte de América, conforme a las opiniones de Florentino Ameghino.”
En esta misma rama facilitó la publicación de la importante obra del geólogo y paleontólogo italiano, doctor Cayetano Roveretto “Los estratos araucanos y sus fósiles, Tomo  XXV de los Anales del Museo, 1914) haciéndola acompañar de hermosas láminas en fototipia sobre excelentes fotografías hechas en el museo por don Santiago Pozzi, que constituyen una de las mejores series de ilustraciones paleontológicas publicadas en el país.
”Auspició también los primeros estudios sobre reptiles del Señor Pedro Serié, a quien otorgó un merecido ascenso en sus funciones dentro del establecimiento.”.

La lucha contra la plaga de las langostas

Cuantos saben lo que eran en otros tiempos, no muy lejanos, las invasiones de langostas, y los efectos desastrosos que producían, agostando los campos en forma terriblemente penosa, que extrañarían que un hombre de ciencia como el doctor Gallardo se ocupara en arbitrar la lucha biológica con el acridio volador. Es evidente que se daba cuenta de que no era suya la misión de combatir la langosta, pero podía hacer algo que fuera eficaz y así escribió en 1912:
“Han pasado ya los tiempos que los filósofos griegos se indignaban al saber que sus investigaciones matemáticas o sus estudios científicos en general servían de base a aplicaciones utilitarias.
“La ciencia moderna no considera rebajada su dignidad, cuando sus conclusiones contribuyen a mejorar las condiciones de la existencia humana en nuestro planeta. Es imposible, en efecto, trazar un límite preciso entre la ciencia pura y las aplicaciones científicas.
“Los estudios mas abstractos son frecuentemente los mas fecundos en consecuencias prácticas y recíprocamente muchos descubrimientos de alta trascendencia filosófica han tenido como base trabajos emprendidos con un propósito de utilidad inmediata.
“Sirvan estas palabras de explicación a los que pudieran escandalizarse de encontrar un trabajo de interés utilitario para nuestra agricultura en las austeras páginas de estos Anales, especialmente consagradas a la ciencia pura.
“No faltan, sin embargo, antecedentes en las tradiciones de este museo sobre el problema mismo que nos ocupa, pues mi querido maestro, el doctor Carlos Berg, se ocupó durante su dirección de este establecimiento en el estudio de los enemigos naturales de la langosta.”
Se refería después a algunos enemigos autóctonos de la Schistocerca paranensis, como las aves acridiófagas y a las larvas de moscas Sarcophaga y agregaba:
“Pero si las  langostas han podido multiplicarse tan abundantemente, a pesar de las acción de sus enemigos naturales indígenas, no es lógico creer que bastan estos últimos para combatirlas eficazmente, sobre todo cuando estos parásitos no son susceptibles de cultivarse en medios artificiales, para aumentar así su número y la eficacia  de sus acción contra la langosta. Teóricamente, pues, están condenados de antemano, al fracaso todos los ensayos de lucha contra el acridio basados exclusivamente en el empleo de los enemigos naturales indígenas.”

" Compendio de Zoología" del Dr. Angel Gallardo, Editorial A. Estrada y Cia.,1909: 360 pp. 
Esta obra profusamente ilustrasa tuvo numerosas ediciones, mas de 35, y se continuó editando aun después del fallecimiento del autor.
 
Fig. 191: Lámina de una tortuga marina, que ilustraba el Compendio de Zoología de A. Gallardo (1909).
Presidente del Comité Argentino para la Exposición de San Francisco, California

Ya en 1912 había renunciado a la cátedra que tenía en el Colegio Nacional de buenos Aires. Conservaba, y con alto prestigio, además de la dirección del Museo, las que tenía en la Facultad de Medicina y en la de Ciencias.
Quienes insistieron para que aceptara la designación en el Comité fueron el entonces ministro de Agricultura y José Maria Cantilo, primo hermano de la esposa de Gallardo, que era, a la sazón, Secretario del presidente Sáenz Peña. No bien asumió tuvo que despedir a uno de los componentes de dicho Comité, por su falta de ética, y eso llevó a que esa persona y otro señor que había trabajado para que lo designaran presidente del Comité, en vez de Gallardo, emprendieron una tenaz y alevosa campaña periodística.
Gracias a técnicos de solvencia intelectual y de experiencia, como Enrique Nelson y Horacio Anasagasti, la participación de la Argentina en dicha exposición fue exitosa.

Estallido de la Primera Guerra Mundial

Al estallar la Primera Guerra Mundial, casi todos los argentinos se ladearon a los aliados, esto es, al bando de los franceses e ingleses, y con ellos estuvieron las simpatías del doctor Gallardo, por mas que su gran amigo el General Uriburu, publicaba artículos en los que probaba matemáticamente que Alemania habría forzosamente de ganar la guerra.
Al suceder Victorino de la Plaza a Sáenz Peña, a raíz y por causa del deceso de éste, Carlos Saavedra Lama ocupó el Ministerio de Instrucción Pública y Horacio Calderón el de Agricultura. Éste  no dio importancia alguna a la Exposición de san Francisco y se hizo sordo a los reclamos de Gallardo, quien hasta propuso que la Argentina se retirara de ella, ya que la guerra europea era una razón para dar ese paso. Se resolvió continuar, pero con escasos recursos.
A causa de la guerra europea se abandonó el pensamiento de construir el edificio ad hoc para el Museo, lo que al doctor Gallardo le pareció lógico, en un momento en que todo era hacer, o decir que se había de hacer economías, pero puso el grito en el cielo cuando vio que se reducía de tal suerte el presupuesto del museo que habría de quedar sin personal. Habló entonces con el encargado del anexo en la Comisión de presupuesto del congreso, el diputado por Mendoza, Lucio Funes y, gracias a que se repuso las modestas partidas existentes, retiró Gallardo la renuncia que ya había presentado.
Local del Museo clausurado numerosos años
En 1916, el Museo que había estado clausurado al público desde antes de 1910 por su estado ruinoso,  se abre nuevamente. A fines de 1916 se retira Gallardo de la Dirección para ocupar la Presidencia del Consejo Nacional de Educación. Con el andar de los años el Museo lograría su nuevo edificio y Gallardo tuvo la satisfacción de asistir a la inauguración de su primera sección.
Otros cargos políticos
A partir de 1916 si inicia una etapa diferente en la vida de Ángel Gallardo.
Primero es designado Presidente del Consejo Nacional de Educación. (1916-1921)  Bajo su presidencia la actividad fue intensa. Y se crearon unas 1600 nuevas escuelas primarias.
Al término de su período, el Presidente de la Nación, Dr. Hipólito Yrigoyen, le ofreció la embajada en Roma, donde acuó desde fines de 1921 hasta 1922. Yrigoyen fue sucedido en la Presidencia de la Nación por Alvear, quien le ofreció el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Gallardo se hizo cargo del mismo a fines de 1922 y terminó su misión el 12 de octubre de 1928 junto al Presidente que lo nombrara.
En 1927 fue designado Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Y en el período 1932-1934, hasta su fallecimiento, Rector de la Universidad de Buenos Aires.
Bibliografía
(1) Furlong, G. 1964. Ángel Gallardo. Ediciones Culturales Argentinas, Minist..de Educ. y Justicia: 200 pp.
(2) Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, T XXVI, 1915: 1-20.
(3) Doello Jurado, M. 1936.Ángel Gallardo (1867-1934). Su actuación en el Museo de Buenos Aires. Buenos Aires, 1936: 38 pp.

Ángel Gallardo, Director del Museo de Ciencias Naturales (según Guillermo Furlong) y su interés por las hormigas. Parte I.

Hugo P. Castello, 2013.  MACN: en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

La teoría de la cariocinesis, las matemáticas y física
Gallardo en su teoría de la cariocinesis utiliza conocimientos de física que bien pueden deberse a la influencia de su formación inicial de ingeniero, esta última se nota más claramente en varios trabajos donde utiliza las matemáticas para el estudio de problemas biológicos. Los mismos se extienden de 1901 a 1910, y entre ellos figuran los dedicados a las Matemáticas y la biología, la Fitoestadística, Sur la preuve statistique de la loi de Mendel, que publicó en los Comptes Rendus de l'Academie des Sciences de París, o a los Estudios matemáticos sobre la herencia en el ganado vacuno. En sus años iniciales incursiona también en el campo de la botánica, dedicando un número de trabajos a problemas de teratología vegetal. Un resultado de sus observaciones sobre la enseñanza de las ciencias naturales en Europa, fue la implantación de los trabajos prácticos en la enseñanza de la zoología. Como la expresa en 1907, en un informe a la Universidad considera que no debe recargarse la memoria del alumno con nociones verbales, sino procurar por todos los medios habilitarlo para el trabajo original.

El nombramiento de director del Museo
Con anterioridad, al fallecer en 1902 el director Carlos Berg; Gallardo, que había sido señalado por su maestro como su posible sucesor, apoyó para el cargo, ante el Ministro Joaquín V. González, a Florentino Ameghino, quien fue designado y lo ocupó hasta su muerte en 1911.
Estando Ángel Gallardo en Paris y al fallecer Ameghino, fue nombrado, el 12 de Diciembre de 1911, para sucederle en la dirección del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Aceptó ese cargo, que era tan de su gusto y en consonancia con sus estudios, pero puso una condición: si el gobierno estaba dispuesto a edificar un nuevo museo, ya que el local que entonces ocupaba era por demás estrecho e inadecuado.
Recuérdese, como, con anterioridad a 1767, así esa esquina de Alsina y Perú, como toda la cuadra sobre esa postrera calle no eran sino los depósitos de yerba mate, algodón y tabaco, productos pertenecientes a las Reducciones de Guaraníes, y que estaban ahí depositados para su venta. Allí, sin embargo, se instaló el Museo de Ciencias Naturales; en una época (mas reciente) estuvo allí la Facultad de Ingeniería y todavía hoy se allá allí la de Arquitectura.
Gallardo regresó de Europa el 11 de abril de 1912 y a los pocos días tomó posesión de la Dirección del Museo. Al año siguiente, el 24 de marzo de 1913, fue designado miembro correspondiente de la Sociedad Científica “A. Aluzate” de México y, poco después, se lo nombró presidente de la primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, a celebrarse en Tucumán.
Al hacerse cargo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, el día 16 de abril de 1912, éste no era sino un amontonamiento de objetos abarrotados en un edificio inadecuado, que, decían, amenazaba ruina. Felizmente no era así, y una vez arregladas las azoteas, las viejas bóvedas se secaron y el edificio siguió prestando servicios.

El interés por las hormigas
 En todas sus visitas a los museos europeos y en su conversaciones con naturalistas. hubo una rama de la zoología que siempre le interesó y grandemente al Dr. Gallardo, y era el estudio de las hormigas.
Caricatura de Cao, en la que Ángel Gallardo está parado con hormigas a sus pies, Revista “ Fray Mocho” del 9/6/1916.(Cuenta de las hormigas cosas muy raras y curiosas. Sino le agradecen como amigas, serán unas ingratas las hormigas!!.)
Retrato de Ángel Gallardo en 1916: Presidente del Consejo Nacional de Educación (Caras y Caretas: 30/12/1916)

Desgraciadamente, las colecciones pertinentes que había entonces en el museo del que era ahora director, eran pocas y muy incompletas. Era manifiesto que las hormigas. Que tanto le habían interesado a él, desde su niñez, no habían interesado mayormente ni a los naturalistas dependientes del museo.
Intensificar su estudio y obtener que el museo contara con un edificio adecuado fueron
entonces sus dos objetivos.
Felizmente, la bien abastecida biblioteca del museo le brindó las mejores obras sobre estos formícidos. Incluso los escritos por el jesuita Wasmann,
Sobre las hormigas dejó un  conjunto de publicaciones "Las Hormigas de la República Argentina" que inicia en 1916, aspirando a realizar la revisión general de la familia en nuestro país. No pudo cumplir con su ambición como era su deseo y como lo confirma el material que dejó al fallecer.
Un hecho revela el interés que tenía por los estudios mirmecológicos. Cuando en 1927 siendo Ministro de Relaciones Exteriores y Culto pasa por Madrid, la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales lo recibe en una sesión. Para responder al saludo de la misma, preguntó a su Presidente, el Dr. José Rodríguez Carracido, si era preferible un discurso o una memoria científica. Como le aconsejara la segunda, improvisó una disertación sobre mirmecología argentina, que duró algo menos de una hora y como relata Ángel Cabrera, fue escuchada sin cansancio por el auditorio y premiado por calurosos aplausos.
Recorte del diario “La Razón” (5/09/1911) con una caricatura de Gallardo armando un esqueleto, el autor del texto felicita a las autoridades nacionales por sus designación.

El local del Museo
En relación con el local del museo pidió una audiencia con el señor presidente. Le recordó cómo él había aceptado esa dirección con la expresa condición de que el gobierno le secundaría para dar al museo un local amplio, en el que las colecciones pudieran tener una adecuada ubicación. Como el gobierno prometió secundar esas pretensiones, Gallardo, consideró como un hecho, a breve plazo, el magnífico, aunque futuro local, donde “podrán exhibirse, como escribía él, dignamente los tesoros de nuestro museo, que hicieron de él, en época no muy lejana uno de los mas interesantes del mundo, y habrá sitio para alojar las colecciones particulares de Ameghino, a la sombra de la estatua que perpetúe materialmente su memoria.
La instalación del museo en un local adecuado, agregaba Gallardo, ha sido la constante preocupación de los directores Berg y Ameghino. Por mi parte, aun descuidando toda obra científica personal, he de concentrar especialmente mi esfuerzo en obtener la translación del museo a un edificio digno de su importancia, de manera que sea posible continuar la investigación metódica de nuestras riquezas naturales, y realizar, por fin, los propósitos sociales de instrucción general que corresponden a u n museo moderno, el cual constituirá en su conjunto, el mejor monumento que el país puede elevar a las ciencias naturales y a quienes en su cultivo se ha inmortalizado.
En su afán de dar a conocer los antecedentes relacionados con la fundación del museo, escribió y publicó en La Nación (27/5/1912), un sabroso artículo. A continuación de una reseña histórica, en la que Gallardo manifestaba lo que sería el nuevo edificio, según los planos que ya tenía confeccionados.
En 1915 volvió sobre el tema en los Anales del Museo (2) y acompañó con planos la descripción y distribución en las diversas salas del enorme material ya existente, y en gran parte encajonado.
Se contaba ya con un terreno muy a propósito, colindante con el Jardín Botánico, pero la situación creada por la guerra en Europa (que estalla en 1914) y la enfermedad y posterior fallecimiento del Sr. Presidente Sáenz Peña, y ciertas dificultades surgidas de la forma en que se había hecho la licitación para la construcción del magnífico edificio, fueron dilatándola en forma indefinida, y todas las empeñosas gestiones del doctor Gallardo, se estrellaban contra la dura piedra de la general indiferencia, con respecto a obras culturales.
Vieja tragedia, iniciada en 1810, y que aun persiste, aunque algunos pocos hombres de fibra energética han sabido superar esa indiferencia tan generalizada.
 Tan decepcionado llegó a estar el Dr. Gallardo al comprobar el pensar y sentir de los hombres que habrían podido ayudarle, que el 10 de Noviembre de 1914 presentó la renuncia a la dirección del museo. Ella no fue aceptada y el gobierno prometió ayudarle, en cuanto le fuera posible, una vez superadas las angustiosas circunstancias del momento. Aun más, le ofreció varios edificios contiguos que eran fiscales, sitos en las calles Bernardo de Irigoyen, Moreno y Lima, frente a la plazoleta Montserrat, para que allí pudiera poner en forma menos inadecuada una buena parte del museo, y además, se le proporcionaron los necesarios recursos para habilitarlos y amueblarlos. El Dr. Carlos Ibarguren, que era entonces ministro de Instrucción Pública, tenia demasiado alto concepto para dejar al museo en la mísera situación en que se hallaba. Al año (1916) celebraría el país el primer centenario de su Independencia  y vendrían personas de América y Europa, deseosas no pocas de visitar el museo, y sería afligente decirles que estaba clausurado por falta de local.
La Municipalidad reclamó el terreno cedido para  museo, y la Dirección General de Arquitectura halló serias deficiencias en los planos, y ello, desde diversos puntos de vista, fueron a la postre, beneficioso, ya que con el correr de algunos años, se pudo hacer el grandiosos edificio, que actualmente ocupa el Museo Argentino de Ciencias Naturales en Parque Centenario (1923-1933.
Del viejo edificio de las calles Perú y Alsina trasladó el doctor Gallardo a los mencionados edificios fiscales la dirección, la biblioteca y varias secciones como las de Mineralogía, Entomología, Malacología, Botánica y Arqueología...
No era el ideal, pero era un progreso, y hasta 1934, año que se trasladó el museo a su habitual ubicación en Parque Centenario, allí estuvo, prestando excelentes servicios asa los estudiosos y recreando sabiamente a los curiosos.
Pero a esas mejoras externas correspondieron otras internas que deben recordarse. Así,